Beatriz Sevilla Garnica, Bea

Beatriz Sevilla Garnica, Bea
Psicóloga habilitada sanitaria, fundadora y titular de la Clínica Teneas (NICA41312)

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el Blog de Bea
02
01/2022

Personalidad y Aprendizaje

La personalidad se va gestando a partir del temperamento y las relaciones con el entorno en los primeros años de vida, y es crucial para desarrollar aspectos esenciales que van a favorecer el aprendizaje como la confianza, la curiosidad, la motivación o la plasticidad cognitiva.

La personalidad se va gestando a partir del temperamento y las relaciones con el entorno en los primeros años de vida, y es crucial para desarrollar aspectos esenciales que van a favorecer el aprendizaje como la confianza, la curiosidad, la motivación o la plasticidad cognitiva.

Para los bebés, ellos junto con las figuras que les procuran cuidados, constituyen una única cosa. Pero antes de los tres años, se va dando pensamientos acerca de su individualidad, es decir, comienzan a apreciar que se van convirtiendo en seres distintos a sus cuidadores y a los demás. Es en este momento cuando necesitan empezar a valorarse y lo hacen poniendo todo lo bueno en ellos y todo lo negativo en los demás. Además, se evalúan en cada acontecimiento queriendo alcanzar la perfección: tienen que ganar siempre, ser los más rápidos, los primeros en hacer lo que sea…

Sus primeros pensamientos son puro placer, no limitan a ningún principio de realidad, siendo imprescindibles para constituir pensamientos posteriores más complejos. Es muy divertido escucharles atribuirles a las cosas las características que ellos quieren, empezando a darse explicaciones de lo más surrealista. Todo menos reconocer un defecto propio, una equivocación, un temor... Y así es como debe de ser en los primeros años, es necesario que den alas a  su imaginación, sin ninguna atadura y resultan de lo más graciosos, listos y seguros. Esto le da una confianza básica en ellos mismos, necesaria para empezar a afrontar pequeños contratiempos.

Pero a lo largo de un proceso, que va desde algo antes de los 3 años hasta los 6 años, van siendo capaces de ir incorporando algo de lo negativo en ellos: quizás me equivoqué, no lo sabía, aquello estuvo mal, voy a hacerlo esta vez de otra forma… y así, cuando lo pueden pensar sin culpa ni vergüenza, pueden empezar a aumentar su criterio de realidad y hacerse más fuertes, empáticos y sabios en sus vidas, soportando bien las pequeñas frustraciones.

Este es un trabajo que los pequeñitos hacen psíquicamente muy lentamente, gracias al acompañamiento benévolo de sus cuidadores, que le van señalando cosas que tienen que mejorar, de manera que lo perciban con naturalidad y como algo transformable en el tiempo. Aquí el “NO” es importante, para que el niño pueda decirse “SÍ” con firmeza. El “NO” debe usarse con moderación y siempre con alternativas posibles. Nombrar brevemente el sentido afectivo de la norma, qué nos sirven para poder convivir mejor, también ayuda a incorporar lo negativo propio y a poder crecer mejor. Cuando el niño incorpora un “NO” moderado, afectivo y protector, le posibilita el progresar hacia un pensamiento más complejo donde ya no todo gira alrededor de él/ella, y puede empezar a dejar de poner el foco en sí mismo, para poder empezar a tener curiosidad por el mundo. Esto constituye el pilar básico del aprendizaje.

Hay que tener en cuenta que esto es un proceso de años y progresivo, donde si precozmente se somete al pequeño a excesivas normas se corre el peligro de caer en lo contrario y que, en vez de aumentar el autocontrol y la reflexión, ocasione la necesidad de reafirmación continua más allá de comprender la situación en cuestión.

Es por ello que cuando esto ocurre, entorno a los 6 años, se comienza con la escolarización obligatoria, pues se pasa a la segunda infancia, en donde se deja de gastar tanto esfuerzo psíquico en reafirmarse, y se empiezan a abrir al mundo y a interesarse más por el entorno, por los otros y por tener una imagen real de sí mismo.